FORMA Y ARMONÍA VITAL

ESPACIO ÉTICO PLÁSTICO ABIERTO AL JUEGO DE RELACIONAR PALABRAS, FORMAS, Y COLORES AL RITMO ÍNTIMO DEL UNIVERSO...


6/6/08

AMISTAD...



La amistad es un sentimiento altruista que surge del interior de las personas cuando nos identificamos con alguien o con algo… Las raíces de este valor las encontramos en la historia de nuestra propia existencia.
A nivel personal, todos tenemos, o hemos tenido, una madre y un padre, que de modo altruista nos han dado al nacer parte de su vida, “nosotros somos en el –fondo- una parte de ellos”. Ellos nos han cuidado cuando éramos pequeños, nos han ayudado a dar los primeros pasos y nos han enseñado las primeras pautas de comportamiento; el resto, lo hemos ido aprendiendo nosotros mismos, con nuestra –forma- personal de  aprender y relacionarnos con los demás en el entorno natural y artificial donde vivimos.

A nivel colectivo, todos tenemos -dentro y fuera- de nuestro ser a “la madre naturaleza” que de modo altruista nos renueva cada día, parte de la vida; “nosotros también somos una parte de ella”. Ella, en el –fondo- nos sustenta, –dentro- con este modo de funcionar y –fuera-, con los frutos, de su propia vida… El aire que respiramos, la luz que percibimos, el olor, el sabor, el color, el ritmo, el contraste, el matiz y su diversidad de –formas- de relación son lección permanente de generosidad, fuerza, flexibilidad, valor, belleza y armonía vital.

A nivel universal, como experiencia cultural, tenemos la historia (relación que mantenemos con la vida) que es lo que yo llamo: “el padre conocimiento”, que inspirado en la naturaleza y de modo altruista ha ido dando –forma- a un mundo artificial de sistemas, tratando de interpretar, reproducir y controlar el funcionamiento de la vida. En este empeño han surgido toda una serie de ilusiones de realidad, imágenes de valor, ideales, leyes, normas, artilugios y artefactos; algunos maravillosamente bellos, otros perfectamente útiles y otros perversamente peligrosos. Todo esto es válido, en la medida en que “no confundimos, los medios con los fines”…

“La vida es un fin en sí misma, un autentico valor”… Todo lo demás solo son medios que tienen valor, en la medida en que están al servicio de la vida, la respetan, la representan, la elevan sobre si misma, restablecen la salud, regulan excesos y deficiencias, desarrollan la educación como producto de conocimiento, sensibilidad, sinceridad, solidaridad, respeto, y sentido de justicia, que es lo que nos hace ser personas responsables y por lo tanto libres… Y los medios pierden el valor cuando se convierten en fines y ponen la vida a su servicio, se utiliza la mentira, el miedo, o el terror como estrategias de poder, se hace de la vida y la muerte de inocentes un negocio y del prójimo, un objeto de relación mercantil.

Esto que a nivel simbólico yo llamo “madre naturaleza y padre conocimiento” son dos referentes que configuran el sentimiento global de pertenencia colectivo; dos referentes que hoy nos dan identidad a las personas, por que somos una parte de ellos.

Desarrollar el valor de nuestra identidad personal como sentimiento racional de amistad y pertenencia a un grupo armónico a un todo, implica: trabajar cada día de forma altruista la ética universal, donde toma cuerpo la libertad, cuyo precio es la responsabilidad de nuestros propios actos y su producto, es la relación armónica como sentimiento altruista de amistad que mantenemos con nuestro grupo, con el mundo, la historia, la profesión, la familia, nosotros mismos, los demás seres vivos y el entorno. El desarrollo de esta cualidad humana, crece en el interior de las personas y se hace evidente a los demás, mediante – formas- de comportamiento, dando vida y significado a la cultura; por que la cultura no es algo que tengamos; lo que tenemos son objetos culturales; “La cultura es algo vivo, que hay que cultivar, actualizar y demostrar cada día”. Es lo que en el –fondo- todos reconocemos como el valor de las personas. Eso que nos permite actualizar nuestra mirada cada día, mantener la ilusión razonable de ver la realidad, distinguir los medios de los fines, aceptar la unidad de -fondo y forma- de nuestras relaciones que es lo que nos hace ser realmente lo que somos y estar bien con los demás, donde quiera que estemos, por que todos somos o podemos ser amigos de la vida y del entorno natural y artificial donde vivimos.

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