No
tengo miedo a equivocarme” con esta frase estrecha mis manos
Domingo Forner antiguo alumno del Instituto de Bachillerato (hoy I.E.S.
Leopoldo Querol) que presenta su obra en la Fundació Caixa
Vinaròs y permanecerá expuesta hasta el 15 de junio.
La
espontaneidad y la belleza plástica de sus lienzos de gran tamaño, rica
en matices y contrastes armónicos, es un estímulo visual para el
espectador que ha contagiado a todos los presentes incluido al
presidente de la Fundación Manuel Molinos; como hemos podido constatar en el
acto de presentación, su verbo fluido espontaneo “sin miedo a
equivocarse”, nos ha dejado ver al niño que todos llevamos
dentro, mostrando en presente vivencias comunes con Domingo
Forner y los compañeros de curso en el Instituto, donde empezamos a
equivocarnos y rectificar sin miedo a conocer nuevas formas de aprender
asimilando en la practica el valor de descubrir el error dentro del propio
trabajo; integrando la experiencia individual de nuestro crecimiento, en
grupos de valor compartiendo experiencia y belleza en contrastes
armónicos de nuestras formas de ser haciendo.
Terminada
la presentación un grupo de adolescentes abordan al artista en visible
empatía con él y su obra, mientras en la sala no paran de entrar
compañeros del Instituto de la década de los 70. Momento que
aprovecho para salir y dejar paso a la juventud.
Otro
día volveré para ver la obra con más detenimiento y hacer algunas fotos que os
prometo colgar aquí, mientras tanto podéis gozar visualmente de la obra en
directo en la Fundació Caixa Vinaròs de martes a sábados de 17,30 a 20,30
horas.
La
obra de Domingo Forner podemos encuadrarla dentro de las
tendencias del expresionismo abstracto surgidas después de la segunda guerra
mundial; en este caso el drama ha sido sustituido por la inocencia del
niño que juega sin saber que está jugando. Su actual
espontaneidad no es casual, es fruto del conocimiento práctico
del lenguaje del color.
La
eclosión de la naturaleza parece surgir en la obra de Domingo Forner que
al incluir y relacionar los opuestos en adecuada proporción
se produce el valor que configura la visión global de la
vida; expresión básica del latido integrador y solidario en nuestras
actuaciones.
El
ritmo artificial de la ciudad lo explica con valiente desenfado en el color y
en la forma en enajenado movimiento.
Domingo Forner ha sabido cuidar con mimo
y afecto al niño que lleva dentro haciéndolo
valiente y decidido "sin miedo a equivocarse" mostrándonos su punto de vista con la belleza de todos sus
defectos. Parece el momento oportuno que ese niño proyecte como
adulto la construcción de su visión más allá del ritmo artificial que vivimos...
1 comentario:
Como siempre, genial, amigo Córdoba. No he visto la exposición pero si tengo ganas de verla. Espero tener un rato libre para ir a ver tanta belleza. Te mando un fuerte abrazo.
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