La interrelación armónica de imaginación, análisis
y verificación del funcionamiento de esto que ocurre dentro y fuera de nosotros los
seres humanos, ha ido configurando en distintas formas nuestro
"valor de ser". Este valor se activa en capacidad personal mediante la asimilación y desarrollo de las
distintas ramas del conocimiento que dan vida y base a lo que podemos entender por la cosecha cultural de cada época.

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La cultura no es solo algo estático fijado en
libros, monumentos, y objetos artísticos de cada
época. Eso es su representación. La cultura como la vida es algo dinámico que se actualiza o deteriora vitalmente
como forma de valor cada día en nuestras relaciones con los
demás...
La cultura está íntimamente ligada a la
acción de ser libres y por lo tanto responsables de gestionar nuestra conducta demostrando con hechos evidentes la cultura y el valor personal de cada uno desarrolla y aporta al núcleo social donde vive. Un pueblo es culto y tiene cultura cuando esta llega al comportamiento de sus ciudadanos.
La cultura como la vida no es un negocio sino un valor. Este valor se desarrolla dentro y fuera
de la familia, el hogar, y las aulas. Es en nuestras relaciones personales con el entorno y la vida en su conjunto donde se configura y
demuestra el valor personal y el activo cultural de las distintas sociedades que habitamos el planeta.
Que este valor sea armónico y
equitativo depende no solo la
educación que recibimos
de los padres, y los distintos maestros del conocimiento, sino del
ejemplo de padres, maestros, gestores de nuestra economía,
agentes del orden, medios de comunicación y publicidad que actúan
al servicio de intereses que generan excesos y producen deficiencias ignorando el valor de la vida y la cultura que es nuestro "activo de valores" o sea nuestro "valor
de ser ciudadanos cultos"...