Vivir, respirar la "unidad vital”, darme cuenta de la belleza en el sol, el mar, la tierra, el aire, las personas, los animales y plantas. Percibir la
interrelación del movimiento del
agua, la fecundidad de la tierra, y el
ritmo del aire que configura esta unidad. Sentir el
fuego interior donde el espíritu construye
y actualiza cada día la ilusión ético-plástica
de asistir a la experiencia perceptiva
del ritmo intimo del universo mediante palabras, formas y colores...